Queridos/as colegas
La Comisión
Directiva de la Asociación Argentina de Sociología quiere homenajear al
Profesor Félix Schuster, fallecido el 21 de enero próximo pasado.
Pensamos que
la mejor manera de hacerlo es con las palabras de dos personas, integrantes de nuestra asociación, que han compartido distintos momentos de su vida.
De este modo
también queremos acompañar a su familia en estos difíciles momentos.
Bernardo
Maresca Alicia Itatí
Palermo
Secretario
general Presidenta
Palabras de Liliana Gastrón
Integrante de
la CD de la AAS
Directora del
Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas, Universidad Nacional de Luján
La semana
pasada, para más datos el sábado 21 se fue uno de los maestros de las ciencias
sociales, el Profesor Félix Gustavo Schuster. Los mayores, lo hemos conocido y
gozamos de sus clases y de sus lecturas. En mi caso particular, disfruté
también de una amistad entrañable. Estuve presente acompañando a su familia
(Elba, Graciela, Federico) en momentos muy difíciles para nuestra vida en el
país, cuando él sufrió y sobrellevó con una entereza admirable su desaparición
y posterior encarcelamiento. Era un grande!!!
Los más
jóvenes seguramente lo habrán leído o conocerán a su hijo Federico, ex Decano
de Sociales.
Un fuerte
abrazo
Félix G. Schuster: In memoriam
Por Andrea L. Gastrón
Vicedirectora del Departamento de
Ciencias Sociales de la Facultad de Derecho de la UBA y asociada de la AAS.
Una triste noticia enluta el ámbito de las ciencias sociales en nuestro medio:
el fallecimiento del reconocido profesor, investigador y epistemólogo argentino
Félix G. Schuster. En efecto, dicho fallecimiento ocurrió el pasado 21 de
enero, en momentos en que, como suele ocurrir en esta época, las actividades propias
del quehacer universitario se llaman a silencio.
Son múltiples las razones académicas que, traducidas en enseñanzas,
contribuciones y aportes, convocan a este merecidísimo homenaje (sin contar los
importantes cargos de gestión universitaria que también supo ocupar), pero
mencionarlas a todas es imposible en la práctica, y hacerlo sólo respecto de
algunas implicaría una selección seguramente arbitraria, porque la profusión de
su obra intelectual y la brillantez de sus ideas fueron tan vastas como los
colegas y discípulos que tanto lo admiraron y a los que en gran medida
contribuyó a formar. Además, en tiempos de internet, se trata de una tarea que
difícilmente se justifique. Sin embargo, no podemos dejar de destacar que,
entre sus reflexiones, la epistemología jurídica no ocupó un lugar menor,
probablemente porque, acaso por mandato familiar, aprobó gran parte de la
carrera de derecho (carrera que, por propia decisión y faltándole muy pocas
materias para graduarse, decidió abandonar, para seguir una vocación por la
filosofía que lo llevó a convertirse en el notable epistemólogo que luego
devino).
Por todo eso, prefiero mencionar aquí otro tipo de circunstancias, y evocarlo
como el querido y fiel amigo que también era. Es que, por sobre todas las
cosas, Félix Schuster supo ser noble, y un gran cultor de la amistad y el
sentido del humor: así, se quejaba de que “por un número no me tocó el Premio
Nobel” (su celda estaba junto a la de Adolfo Pérez Esquivel, cuando ambos
fueron encarcelados durante la dictadura militar).
Es probable que, como suele pasar con ciertas personas capaces de ver más allá
que el común de los mortales, la figura de este señor bajito, de mirada celeste
y penetrante y amante del ajedrez, se vaya agrandando con el tiempo, y que
quienes lo recordamos en el Instituto Gioja de nuestra Facultad, generoso y
agudo, relatemos sus clases como los fanáticos del deporte las míticas hazañas
de sus héroes. O que alguna vez, al caminar por la porteñísima y muy filosófica
calle Puan, nos crucemos con el mendigo al que solía recibir cuando decano, y
con el cual sostenía diálogos de antología. O quién sabe, que al hablar de la
explicación y la predicción científicas, no podamos contenernos, y hagamos
saber a nuestros propios estudiantes que alguna vez lo conocimos, que
escuchamos sus lecciones en vivo y en directo, que fuimos testigos admirados de
sus escritos en el pizarrón. Es probable que, como a las caricaturas de Gardel,
a sus espaldas alguna vez también les crezcan alas. En fin, es probable que, al
cabo, ellos nos miren extrañados, y asuman que estamos fabulando.
Pero nada de todo esto nos importará entonces, porque sobre las leyendas y los
ángeles, lo más probable es que nadie nunca nos vaya a pedir cuentas...